PERIODISTA DIGITAL
21.05.07 | 22:41. Archivado en Economía Publicada también en SIGLO XXI
Juan Escribano Valero
Fuenlabrada (Madrid)
Señor director: Hasta que don Manuel Conthe no tiró dela manta dejando a don Miguel Sebastián con el antifonario al aire, yo, tenía al señor Sebastián por persona no solo bien, sino de bien, equivocada, eso sí, pero todo el mundo tiene derecho a equivocarse, es más, yo pienso que las equivocaciones son un ingrediente más del combustible que precisa el motor que mueve la evolución humana.
La acción barriobajera que don Miguel Sebastián protagonizó en el debate de TVE mostrando la foto de una señora relacionándola con Don Alberto Ruiz Gallardón, y las posteriores explicaciones que de tal actuación ha dado, le retratan solo como un hombre bien pues, un hombre de bien no comete tal bellaquería y, si por un calentón, por unas copas de más, o por cualquier otra causa cae en semejante vileza, rápidamente reacciona y pide perdón. El señor Gallardón tampoco estuvo muy ágil ¿por qué no le recordó que una exconcejal y exportavoz del PSOE está imputada en la operación Malaya? ¿Porque no le preguntó por los dosieres e informes que salieron de la oficina económica de Moncloa de la que él era el responsable? Etc. Decía Napoleón que “la política es una casa de putas”, quizá por eso yo estoy hablando de política y de políticos, cuando lo que yo quiero hoy es, denunciar una repugnante situación con la esperanza de que quien gane estas próximas elecciones aborde el tema sin complejos.
La prostitución callejera y de parques además de peligrosa y repugnante es, vergonzosa y humillante; no solo para quien tiene que sufrirla por haberse instalado en su vecindad, sino para las autoridades que la toleran y, que a mí me parece que adoptan sobre este problema una actitud melindrosa e hipócrita.
No seré yo quien pida con estas líneas que las putas, los putos y sus clientes sean quemados en la hoguera, pero si pido que la prostitución se legalice, que se ejerza en locales cerrados, con las debidas garantías sanitarias, quitándola de las calles y los parques, librándonos a nosotros, a nuestras mujeres y, a nuestros hijos, de espectáculos que no deseamos ver. Pido que las prostitutas coticen a la Seguridad Social, pues de ella se sirven y, que hagan su declaración de la renta como cada hijo de vecino. Con esto no se acabarán las mafias, pero pienso yo que se les dará un buen palo.
Por favor que no se les llame trabajadoras del amor. Amor es una palabra demasiado hermosa para prostituirla.
Y puestos a pedir, pido que en el Ministerio de Hacienda se expidan unos certificados de personas feas de solemnidad, repelentes y viejos decrépitos y, que estos personajes previa presentación de las facturas correspondientes se desgraven estos gastos. También solicito que las prostitutas puedan cargar en estas facturas un incremento para antivomitivos.
Su beso
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Cerré mis ojos en un intento por abandonarme al sueño, sabiendo que
una vez más estaría plagado de su recuerdo, de sus besos, de sus caricias
plasm...
Hace 11 años